La evidencia ya está aquí: los niveles del mar están aumentando, los glaciares se están retirando y los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más comunes. La transición a la energía limpia es crucial para nuestro futuro. Pero quedan muchas preguntas sin resolver.
#1 Los combustibles fósiles son una respuesta
#2 Las energías renovables no vienen gratis
#3 La tecnología no es el problema
#4 La infraestructura es un problema
#5 No podemos hacer esto solos
Por Oliver Sachgau
“La transformación por la que debemos pasar es compleja y masiva”, dice Christian Bruch, CEO de Siemens Energy, sobre la transformación energética. “Podemos ver que los elementos que estamos impulsando hoy no son suficientes”.
Los avances tecnológicos de los últimos años nos han dado esperanza, sí. Pero la transición energética actual es un proceso complicado caracterizado por incertidumbres y ambigüedades.
Así que recientemente me senté con Christian Bruch y otros expertos de Siemens Energy para discutir las realidades que ven detrás de la lucha contra el cambio climático y obtuve una lista de verdades que todos debemos abordar.
Las poblaciones y la demanda de electricidad están aumentando. Están en juego cambios importantes en el equilibrio geopolítico. Las redes eléctricas no están preparadas para la electrificación generalizada necesaria para descarbonizar la movilidad, la calefacción, la refrigeración y la industria. Y la infraestructura necesaria para los combustibles climáticamente neutros está subdesarrollada.
Si vamos a limitar el calentamiento global en 1,5 ˚C, no solo necesitamos reformar todo el sistema energético, sino que también tendremos que redefinir nuestra relación con la forma en que nosotros, como consumidores, usamos y pensamos sobre la energía. Estas son verdades incómodas que debemos enfrentar. Sin duda, la lista está incompleta y cada verdad está intrincadamente ligada a la otra, pero proporciona un punto de partida para una conversación honesta sobre las complejidades detrás de la transformación de todo el sistema energético.
#1 Los combustibles fósiles son una respuesta
En 2021, la participación de las energías renovables aumentó en todo el mundo en un 8 por ciento y ahora representa casi un tercio del consumo anual mundial de electricidad. China, India, EE. UU. y la UE están progresando, pero existen obstáculos importantes que nos impiden depender únicamente de estas fuentes de energía.
Por un lado, la energía eólica y solar son intermitentes. Actualmente no tenemos la capacidad de almacenar efectivamente el excedente de electricidad de estas fuentes para su distribución en días nublados y sin viento.
Por otro lado, las redes eléctricas fueron diseñadas para un suministro constante de electricidad para evitar apagones. Por eso, el gas natural, que se quema de forma más limpia que otros combustibles fósiles, es una parte importante de la solución como complemento fiable de las energías renovables.
La verdad es que la expansión de las energías renovables no es posible sin expandir el uso de tecnologías puente, como las turbinas de gas con capacidad de hidrógeno, y si todas las plantas de carbón en este momento cambiaran a gas natural, reducirían las emisiones de CO2 a la mitad.
Además, las turbinas de gas de Siemens Energy ya son capaces de funcionar con un 75 por ciento de hidrógeno verde cuando la infraestructura para los combustibles climáticamente neutrales finalmente se instale. Para 2030, las turbinas de gas de la compañía estarán 100 por ciento preparadas para hidrógeno, pero hasta entonces, necesitamos soluciones que puedan tener un impacto inmediato hoy.
Cada paso hacia ser “más verde” es mejor que no dar ningún paso y mejor que esperar soluciones perfectas. Entonces, mientras continuamos poniendo más y más energías renovables en el sistema, usemos lo que ya tenemos para marcar la diferencia.
#2 Las energías renovables no vienen gratis
Todo el mundo promociona la energía eólica y solar como fuentes gratuitas de energía, pero la realidad es muy diferente. El uso de energías renovables a una escala mucho mayor y la sustitución de un sistema energético basado en un modelo completamente diferente tienen un alto costo.
Por ejemplo, en escenarios que limitan el calentamiento global a 1,5 °C, la demanda de electrolizadores, un componente crucial para convertir la energía eólica y solar en hidrógeno verde, se disparará de los 300 megavatios actuales a 5000 gigavatios para 2050.
Sin embargo, para llegar allí, se necesitan inversiones masivas. La UE ya está invirtiendo 150 000 millones de euros para acelerar la transición verde y desarrollar la producción de hidrógeno verde en África, pero cambiar la economía global a cero emisiones para mitigar los efectos del calentamiento global costará alrededor de 54 billones de euros para 2050.
Incluso si los combustibles fósiles no desaparecen por completo, el cambio hacia las energías renovables y el hidrógeno verde tendrá un profundo impacto en el panorama geopolítico, especialmente en los países productores de petróleo y gas del mundo.
Según la Perspectiva de riesgo político de 2021, los países más dependientes de las exportaciones de petróleo también son los que tienen el mayor riesgo de inestabilidad política. Estos países deberán adaptarse para evitar graves consecuencias económicas.
La adquisición de materias primas para sistemas de energía sostenible también es conflictiva. El iridio, un elemento químico necesario para el hidrógeno, por ofrecer solo un ejemplo, se encuentra principalmente en Sudáfrica. Un cambio a hidrógeno verde en 2040 requerirá cinco veces más iridio que el que usamos hoy.
Todos estos cambios crearán una dinámica global completamente nueva, con oportunidades significativas para algunos y preocupaciones sustanciales para otros, cuyo costo apenas estamos comenzando a asumir.
#3 La tecnología no es el problema
Tenemos la tecnología para crear energía con una huella de gases de efecto invernadero mucho menor. Si bien las innovaciones aún son necesarias para comercializar estas tecnologías a escala y hacerlas asequibles, la tecnología no es el problema. La cuestión es cómo nos volvemos sostenibles sin dejar atrás a millones de personas.
McKinsey informó que en Europa “la transición neta cero crearía aproximadamente once millones de empleos y eliminaría seis millones”. Se verán ganancias y pérdidas similares en todo el mundo, y las regiones cuyas economías han estado ligadas al carbón se verán particularmente afectadas y probablemente sufrirán el peor impacto de la descarbonización.
Este es un cambio masivo y requerirá capacitación y apoyo para millones de trabajadores si queremos evitar que grandes franjas de la población se queden atrás y subempleadas.
También se espera que el consumo de electricidad se duplique para 2040, especialmente en las economías en desarrollo donde la población está creciendo, el acceso a la electricidad sigue siendo incompleto y faltan inversiones en energía limpia. El progreso debería beneficiar a todos, y estos problemas deben abordarse lo antes posible.
Todo esto requerirá una transición energética justa con una distribución equitativa de los costos y beneficios del cambio climático, junto con nuevos arreglos para el crecimiento social y económico. Sin estas cosas, estaremos trabajando hacia un futuro con cero emisiones sin las personas a las que se pretende servir en el futuro.
#4 La infraestructura es un problema
Agregar energía renovable a la red eléctrica no resolverá la crisis climática por sí sola. En conjunto, el transporte, la industria y la calefacción y refrigeración, constituyen la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin unir estos sectores a la industria energética, no lograremos nuestros objetivos climáticos. En 2019, las emisiones combinadas de la industria totalizaron 36 gigatoneladas, eso es casi una cuarta parte de las emisiones globales de CO2. Para mantenerse en el camino de cumplir con nuestros objetivos climáticos, la industria por sí sola debe ahorrar más de cinco gigatoneladas de CO2 por año.
La tecnología para el acoplamiento de sectores está aquí, pero el desarrollo de su infraestructura sigue rezagado. Además, una combinación energética cambiante también tendrá un impacto en la estabilidad de la red. Actualmente, las redes no están equipadas para manejar una afluencia de generación de energía distribuida, y el acoplamiento del sector no tendrá éxito hasta que las redes se amplíen y actualicen. Esta es la única forma de garantizar que la electricidad generada a partir de energías renovables llegue a las regiones consumidoras con bajas pérdidas en el camino.
La magnitud del trabajo necesario es inmensa. En Alemania, según el Ministerio Federal de Asuntos Económicos y Acción Climática, será necesario actualizar o agregar más de 7.500 kilómetros de red. En Brasil, las estimaciones rondan los 35.000 kilómetros de nueva transmisión. En EE. UU., serán más de un millón de kilómetros.
Dado que las nuevas líneas tardan más de diez años en ponerse en servicio, proyectos como estos no van a suceder de la noche a la mañana y requerirán un aumento dramático en el gasto de capital, un costo que se filtrará a los consumidores.
#5 No podemos hacer esto solos
Estados Unidos se ha comprometido a reducir las emisiones a la mitad para 2030. Alemania está eliminando gradualmente el carbón. China se ha fijado el objetivo de convertirse en climáticamente neutral para 2060. Y la UE quiere lograr cero emisiones netas para 2050.
Más de 130 países han establecido o están desarrollando objetivos de cero emisiones netas. Pero hacer estas transiciones es una tarea inmensa y todos deben colaborar: negocios, política y sociedad. Comienza siendo transparente sobre las contribuciones climáticas, lo que crea responsabilidad y nos ayuda a tomar decisiones informadas.
Pero no termina ahí. Las empresas deben seguir innovando en tecnologías limpias y desarrollar nuevos modelos para facilitar y comercializar energía limpia, mientras que la política debe trabajar a nivel internacional local y global para brindar los marcos apropiados para hacer que esas tecnologías sean factibles y viables.
El precio del carbono, por ejemplo, ofrecería a las empresas un incentivo para incorporar los riesgos climáticos en el costo de hacer negocios. Y reformar los subsidios a los combustibles fósiles permitiría que la energía limpia compita en igualdad de condiciones.
El camino hacia el cero neto implicará precios más altos y la sociedad tendrá que enfrentarse a nuevos paradigmas con un consumo más consciente. Es posible que no podamos resolver el cambio climático como individuos, pero las decisiones que tomamos sí importan.
La solución es dejar de trabajar y pensar en silos. La política y las empresas deben trabajar juntas para abordar las demandas de la sociedad, mientras que los consumidores deben comprender el costo que todos tendremos que pagar por un futuro más verde y un planeta más saludable. Si los tres sectores trabajan en conjunto, tenemos la posibilidad de promulgar un verdadero cambio.
Marzo, 2022
El periodista con sede en Berlín Oliver Sachgau es especialista en energía y finanzas cuyo trabajo ha aparecido en Bloomberg, The Washington Post, Fortune y The Independent.
Créditos combinados de imagen y video: Siemens Energy